La verdad, no sé si serán esos besos, esos abrazos o esas miradas, pero me algo me está dando fuerza y me está rellenando este vacío de esperanzas. Sí, la pena sigue ahí. Sí, el odio a mí misma sigue ahí. Sí, los pensamientos negativos siguen ahí. Pero me parece que los sueños y las ganas de avanzar pueden más.
Sólo espero que este positivismo dure bastante porque... yo también tengo derecho a ser algo feliz, ¿no?
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